Rodríguez Zapatero y su Gobierno parecen haberse convertido en maestros de cómo gastar mucho y mal. Lo peor es que el dinero que gastan no es suyo, sino de todos los ciudadanos y la receta que proponen para poder seguir haciendo frente a estos gastos descomunales es seguir endeudándose y subir los impuestos a los contribuyentes.
La última ¿improvisación? del Ejecutivo es la ayuda a los parados que pierdan el subsidio. En principio, soy de las que opinan que es más provechoso destinar recursos a impulsar la creación de puestos de trabajo, que dar subsidios por no trabajar, pero puedo entender, como cualquier ciudadano, que hay situaciones desesperadas que una sociedad desarrollada, como la española, no puede dejar de atender.
Pero ¡eh aquí!, que cuando uno estudia la letra pequeña de la ayuda a los parados, resulta que deja fuera a todos aquellos que han perdido la subvención antes del 1 de agosto. Bueno, ahora dice el presidente que quizás la extienda a alguno más. Pero uno se pregunta: ¿está más necesitado alguien que perdió la prestación ayer que quien la agotó hace seis meses o un año? La respuesta es que no. De modo que, una vez más, se está malgastando el dinero. Si se aprueban ayudas, se deben dar a todos los que están en la misma situación, no a unos sí y a otros no. Si el dinero no llega, porque, efectivamente, los recursos son limitados, lo que no se se puede es repartirlos entre unos pocos.
Y sí, hay que destinar recursos a la inversión, como dice el ministro de Fomento, pero a la inversión con mayúsculas: a carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, ..., pero no hay que tirar el dinero arreglando aceras o parques en buen estado. No se engañe, señor Blanco, los ciudadanos no vamos a entender que nos suban los impuestos para malgastarlos.
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