domingo, 11 de diciembre de 2011

El problema de Juan Carlos I no es Urdangarín, es Letizia

Hispanidad, sábado, 10 de diciembre de 2011


Esta es la historia de las tribulaciones de un Rey. Los valores de España, son su esencia cristiana –hoy, lo sé, mortecina-, su idioma que expandió, al igual que su fe, a todo un continente, su situación estratégica y la Corona. Sí, la Corona, que no en vano cuenta con una historia de 1.300 años y ha sido, a pesar de los pesares, la monarquía católica. En Iberoamérica, sobre todo en Argentina, aseguran que el tonto afán por hacer dinero de Iñaki Urdangarín puede terminar con la dinastía borbónica. No lo creo.

Veamos, SM la reina doña Sofía se marchó –motu proprio- para dejar claro que apoya a su hija Cristina y a su familia, es decir, a su esposo Urdangarín y a sus hijos, que van en el mismo lote.

La madre contradecía al hijo, porque lo cierto es que el Príncipe Heredero, convenientemente animado por su esposa, pretendió llamar al orden a SAR Cristina y a su esposo Iñaki. Su hermana le recordó que no es el jefe de la Familia Real y, ya de paso surgió el asunto de la “mutante” como se conoce en la Casa a doña Letizia Ortiz Rocasolano.

Y es que la Princesa de Asturias constituye el verdadero problema de SM Juan Carlos I. Veamos, se trata de modificar –basta un decreto- la composición de la Familia Real -no confundir con la Casa Real- tras el asunto Urdangarín. La norma es que la Familia Real está constituida por los hermanos, hijos y nietos del Rey, pero no por los parientes políticos, es decir, cuñados, yernos, nueras, sobrinos y primos. Hasta ahí todo claro: Urdangarín sale del Registro y, como ya hemos informado en Hispanidad, tendrá que defenderse él solito ante los tribunales y ante la opinión pública si llega el caso… y todo parece indicar que llegará, antes que después.

De hecho, el comunicado de Urdangarín, transmitido desde Washington por la agencia EFE, en el que el Duque de Palma asegura que defenderá su "honorabilidad e inocencia", al tiempo que excluye a su Familia y a la Casa Real de cualquier responsabildad en sus actividades, no sólo aporta soluciones sino que aumenta el problema. A la Familia Real ya la ha comprometido y si defiendes tu honor debes adelantarte a los lentísimos tribunales y hacerlo con datos, no con afirmaciones marmóreas, entrando en el fondo de la cuestión, por muy desagradable que resulte desnudarte ante la opinión pública.

Ahora bien, resulta que, como futura Reina consorte de España, Doña Letizia no sólo es Princesa de Asturias sino, además, en caso de que alcance el cargo de Reina si su esposo falleciere, sería la jefe de Estado consorte hasta la mayoría de edad de su hija Leonor. ¿Puede expulsarse del registro de la Familia Real a quien puede ejercer como jefe del Estado? Desde luego, ella no está muy dispuesta. Su esposo tampoco. Además, el Rey y la Reina no despotrican ni contra Urdangarín ni tan siquiera contra don Jaime de Marichalar… pero no soportan a doña Letizia.

Se repite así el mismo problema de la ley sálica. Recuerden que cuando el insensato de Zapatero, de profesión feminista, pretendió modificar el acceso al trono de una mujer, el propio Felipe de Borbón tuvo que salir al quite, recordando ante las cámaras que él ya era el Sucesor y que, por tanto, la Constitución no debía ser modificada hasta que accediera al Trono. Lógico. De otra forma, la princesa Elena podía reclamar su derecho, en tanto que primogénita.

En cualquier caso, oiga, ¡Qué mala la suerte tiene su Majestad con yernos y nueras! Pero lo que le preocupa es la nuera quien no parece dispuesta a aceptar las servidumbres del cargo. Cada día menos. Un detalle: a los asesores de Zarzuela, más que las andanzas financieras de Urdangarín, les preocupa y ocupa que la futura Reina de España haya defendido el aborto y el homomonio en Chile. Ella es así de moderna.

Y encima, el entorno de Doña Letizia está aprovechando el “asunto Urdangarín”… a tope: ¡Jo, qué tropa!

La Hispanidad

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