Hasta ahora, ZP creía en la tesis de que todo el problema se solucionaba resistiendo y tomando medidas, aunque fueran ineficaces, repitiendo ante la opinión pública que el gobierno trabajaba intensamente y que era sensible ante el sufrimiento, paliando los efectos devastadores en la economía con medidas sociales y subvenciones al desempleo, pero ahora, después de Galicia, dudan que esa estrategia sea eficaz. Zapatero y sus estrategas han comprobado que los desempleados y los pobres saben vengar la ineficacia al depositar sus papeletas en la urna electoral y están angustiados porque el paro crece cada día más, porque el endeudamiento de España es ya atroz y porque no está claro que en 2012, cuando se abran las urnas, la situación sea mejor que la presente.
Pero la mayor angustia de Zapatero y de sus colaboradores es que el dinero se está acabando y ellos no saben gobernar de otra manera que repartiendo billetes.
Pepiño acertó al aconsejar a Touriño que adelantara las elecciones y las celebrara en octubre de 2008. Cree que si el derrotado presidente gallego le hubiera hecho caso, habría ganado. Sin embargo, la verfad pura es que el hábil Pepe Blanco ha fallado ahora en las previsiones y en la estrategia de campaña. Él creía que la victoria era segura y que el pueblo, confundido, radicalizado y dividido, no acertaría a castigar los fracasos del gobierno. Pero lo ha hecho.
La confusión en la Moncloa y en el gobierno empieza a ser superior a la que ellos mismos siembran en la sociedad española. Algunos asesores aconsejan ya que se adelanten las elecciones generales porque abrir las urnas en la España de 2012, en la que el escenario puede ser de casi 6 millones millones de parados, las arcas del Estado vacías, el país endeudado y mundialmente desprestigiado y la sociedad agitada por la miseria y cabreada con los gobernantes que la han arruinado, sería una trampa mortal y un verdadero suicidio.
Algunos que comparten con Zapatero la vida en la Moncloa aseguran que el jefe sigue optimista, confiando en su suerte y prometiendo que la recuperación pronto despuntará por el horizonte. ZP creía antes que el despegue surgiría en España, pero ahora espera ansioso la resurrección de Alemania y Estados Unidos, para que "ellos tiren del carro".
Pero la sonrisa de Zapatero se ha helado, su carácter se ha agriado y las canas pueblan su cabeza. Incluso ha perdido aquella sonrisa azul de franqueza que le otorgaba credibilidad y que le convertía en el hijo que muchas madres españolas habrían querido tener. Las derrotas y los fracasos le están destrozando y la imagen de las legiones de los parados y los pobres, lo único que su gobierno está fabricando con eficacia, le quitan el sueño, aunque él disimule y lo niegue.
Via voto en blanco
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