martes, 31 de agosto de 2010

Los mineros se refugian en la religión

RAMY WURGAFT / Copiapó (Chile)
Los 33 atrapados en el yacimiento chileno de San José piden imágenes, biblias, cirios e incienso para construir un altar donde la perforadora logró encontrarles


La terapia en que cada minero asume la personalidad de otro y hasta lo imita les resulta entretenida. Después de las interminables partidas de tejo, un popular juego de naipes, no viene mal ensayar el método que recomiendan los psicólogos para afianzar la empatía, uno de los términos que han incorporado los que están atrapados en el yacimiento de San José.

Pero el mejor momento de la jornada, descontando la comunicación con los familiares, es cuando se toman de la mano y dicen sus oraciones. Si fuese un partido de fútbol, diríamos que la religión le gana por goleada a cualquier teoría freudiana o behaviorista que se le ponga por delante.

En el último correo remitido a través de la sonda, los trabajadores pidieron estampas de santos, biblias, cirios, incienso. Su intención es construir un altar cerca del lugar donde la perforadora logró traspasar el techo de la mina, hace nueve días. Si todo sale bien, ese rincón se convertiría en un lugar de peregrinación para los mineros chilenos.

Sin duda, la presencia de tres creyentes en la cuadrilla ha sido la mejor ayuda psicológica que han tenido los supervivientes. Un alegato contra la tesis marxista de que «la religión es el opio del pueblo».

¿Quiénes son los pastores del rebaño congregado a 700 metros de profundidad desde el 5 de agosto? Uno es José Henríquez, ex predicador de la Iglesia Evangélica, una congregación que ha ganado arraigo entre los chilenos más humildes. El otro es Osman Araya, quien toca la guitarra en las misas cantadas de su iglesia, en la ciudad de Copiapó. El mecánico Raúl Bustos, que antes del derrumbe iba poco a misa, compuso una oración adaptada a las circunstancias que les ha tocado vivir.

«Mi Dios me da fuerzas para vencer la ansiedad y la oscuridad que me rodea. Mi Dios me dejó vivo por milagro y con un propósito. Pronto sabré qué tiene preparado para mí el Señor», reza.

La noche del domingo, las familias pudieron conversar con los suyos desde una cabina telefónica instalada en el campamento donde pernoctan. A cada familia se le asignaron 30 segundos de conversación. Ariel Ticona, cuya esposa está a punto de dar a luz, le pidió a su padre que graben el parto. Esteban Rojas le reiteró a su novia su petición de matrimonio. «Me dijo que prepare a los amigos porque vamos a tirar la casa por la ventana», relata Jessica Yáñez, la prometida.

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