Manuel Chaves es un padre excelente, casi podríamos decir "un padrazo", que actúa con sus hijos como usted y yo con los nuestros. La única diferencia es que nosotros firmamos a nuestros hijos una autorización para ir de acampada con los profesores y él le firma a su hija una subvención de diez millones de euros. Salvando esa nimiedad, todos actuamos igual cuando nuestros niños nos piden algo. ¡Qué no hará un padre por sus criaturas! (y las madres no digamos).
El fortalecimiento de los lazos familiares es el marchamo de los socialistas cuando están en el poder. Al tiempo que promueven una legislación dirigida a destruir la familia como institución, es enternecedor comprobar cómo, en lo que respecta a la suya propia, siguen perviviendo los valores cristianos de unidad y amor. Y es que no hay persona más querida ni apoyada en este mundo que el familiar de un alto cargo socialista, especialmente si no sabe hacer la o con un canuto, en cuyo caso toda protección se antoja insuficiente.
Por eso resulta hiriente ver al vicepresidente tercero del Gobierno de ZP negar en el Parlamento que haya hecho todo lo que estuvo en su mano para ayudar a su hija Paula, ejemplo de cariño paternofilial del que debería jactarse en lugar de traicionarlo con absurdas declaraciones de inocencia administrativa.
La hija de Chaves no sólo tiene derecho a trabajar, como defendió su padre con gran racanería, sino a trincar subvenciones de la junta de Andalucía en las mismas condiciones que cualquier alcalde o diputado socialista con una empresa a nombre de su cónyuge. Y si hay que cambiar la legislación se modifica con urgencia y a otra cosa. Lo importante es que la familia permanezca unida, como ha entendido perfectamente el ciudadano medio andaluz a juzgar por la reacción general ante el supuesto escandalazo de Chaves. Y dado que los andaluces siguen votando mayoritariamente al partido de D. Manuel desde hace tres décadas, los socialistas no sólo deberán abstenerse de regalar dinero público a sus familiares sino incidir en esa línea que es, al parecer, lo que sus votantes les exigen.
La familia, amigos, es lo primero, también, y muy especialmente, para la Iglesia Católica. Con muchos menos méritos que los Chaves hay quien forma parte del Consejo Pontificio instituido por el Vaticano, organismo romano en el que el vicepresidente tercero haría un gran papel (sus hermanos y demás parentela ni les cuento). Si la nueva COPE decide promover su candidatura, mi firma irá entre las primeras.Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
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