Enrique de Diego.- La crisis no ha hecho más que empezar. De manera algo provocativa pero bastante más real, podría decirse que ni tan siquiera se ha iniciado.
Las crisis realmente se inician cuando es preciso, cuando es improrrogable pagar las facturas giradas.
Bajo este gobierno de incompetentes, manirrotos y desequilibrados, se han girado facturas tremendas que condicionan el futuro de varias generaciones: 150 mil millones de euros para los bancos, once mil millones para los ayuntamientos, cuatro mil millones para las generaciones emergentes, mil millones para acabar con el hambre en el mundo.
La conjunción perversa del incremento del gasto con cargo al contribuyente y del descenso de la recaudación, del aumento constante de los subsidiados y del descenso persistente de los cotizantes, hace, simplemente, inviable a la sociedad a corto plazo.
Quienes afirman no importarles por su edad no son conscientes de la rapidez con la que la irresponsabilidad de Zapatero, y el desastre de modelo político-social que padecemos, está destruyendo el tejido industrial y empresarial de España.
La deuda pública va a superar los dos dígitos en este año con toda seguridad, a su vez la Seguridad Social entrará en pérdidas.
En propiedad, puede decirse que Zapatero ya ha quebrado el Estado, ha puesto en marcha las decisiones que conducen a esa quiebra.
La quiebra del Estado implica que no habrá dinero para pagar los subsidios de desempleo, las pensiones, ni mantener abiertos los hospitales y los colegios.
Mientras llega el momento de pagar los intereses, de hacer frente a las facturas, el Gobierno sigue instalado en su locura subvencionadora: ahora promete subsidios a los estudiantes de ESO por suspender. Este es un Gobierno que ha abandonado el mínimo de cordura. El socialismo siempre ha generado miseria. Estos socialistas están dispuestos a batir todos los récords.
La sociedad civil parece adormecida, a fuerza de falsas esperanzas y de fútbol, pero está inquieta. Terminará por hartarse. Esperemos que no sea demasiado tarde.
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