jueves, 16 de septiembre de 2010

La obsesión sexual del zapaterismo

Por Pablo Molina

La legión de psicopedagogos y los espías de las grandes editoriales deben de estar ya preparando los materiales didácticos con que se enseñará sexualidad a las criaturas de tres años, uno de los objetivos de la ampliación legislativa en materia de aborto, denominada con un título tan aséptico como largo, en la más acreditada tradición socialista de apego al eufemismo.

Por si el mandato legal fuera insuficiente, la todavía ministra de Sanidad y su colega de Educación han determinado que, para que la nuestra sea una juventud sana, es muy conveniente enseñar a los niños de preescolar que todo lo que le digan en casa acerca del sexo es una intromisión intolerable en su privacidad. Los papás, al contrario que Zapatero, la Trini y Zerolo, no quieren lo mejor para sus hijos, sino formarlos en las más rancias doctrinas conservadoras con el fin de convertirlos en ciudadanos responsables, lo que haría imposible que, andando los años, acabaran votando a un partido como el que sostiene a estos personajes, que es precisamente lo que se trata de evitar con toda esta depravación legislativa.

No me imagino, mejor dicho, no quiero imaginar qué estarán urdiendo los cerebros alborotados dedicados a pergeñar un material didáctico para adoctrinar a los niños en la cultureta zeroliana, pero desde luego no es probable que se limiten a enseñar de forma natural las diferencias entre uno y otro sexo, o que los bebés no vienen exactamente de París.

La educación, en manos de los socialistas, es un arma revolucionaria, y quien no lo quiera ver que vaya preparándose para cuando le venga el niño o la niña diciéndole que en clase el maestro les ha enseñado a "tocarse", que es una forma muy progresista de que los niños aprendan a conocer su cuerpo y, de paso, el del vecino.

Lo curioso es que toda esta pedagogía progresista la destinan a los hijos de los que, a diferencia de los políticos de izquierdas, no pueden pagarse un buen colegio privado, preferentemente católico, que es a donde los ministros llevan a los suyos, no sea que se contaminen con la Logse y las secuelas que ellos y sus antecesores urdieron para encanallar a esos pobres diablos.

Así pues, a los padres se nos acumula el trabajo. Después de formalizar el recurso para evitar que se imparta Educación para el Socialismo a nuestros hijos de final de Primaria y la ESO, nos toca seguir llenando papeles para que los monitores contratados ad hoc no enseñen a nuestros más pequeños las formas más divertidas de experimentar con el sexo. Se trata de asignaturas de adoctrinamiento no optativas, como todo el mundo sabe. Aquí, la formación para el zapaterismo es obligatoria. Salvo para los hijos de los ricos, claro.

El socialismo ha sido siempre así, por eso no cabe acusar a ZP de traidor a las esencias de la izquierda. Al contrario, Zapatero es un socialista como la copa de un pino. Aunque vaya a Rodiezmo con el pañuelo de los sanfermines a contar chascarrillos y berrear la internacional en plan abuelo Cebolleta con el resto de los descamisaos, al lado de ZP, Alfonso Guerra es un pijo del barrio de Salamanca.

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